Greenwashing engaña a las personas, retrasa el verdadero progreso ambiental y, en última instancia, perjudica la confianza en la sostenibilidad.
A las personas les importa el planeta, y quieren que sus decisiones reflejen esos valores. Estudios1 revelan que más del 85% de los consumidores a nivel global ahora consideran la sostenibilidad al comprar, y muchos están dispuestos a pagar más por productos ecológicos. Este cambio es especialmente evidente entre las generaciones más jóvenes, que ven el cambio climático como un tema decisivo. Las empresas saben esto y a menudo utilizan el marketing “verde” para atraer a los consumidores conscientes del medio ambiente, incluso si sus productos o prácticas no son tan ecológicos como parecen.
Greenwashing se traduce comúnmente como "ecoblanqueo" o "lavado de imagen verde" es una táctica de marketing en la que una empresa se presenta como amigable con el medio ambiente, ya sea exagerando sus prácticas ecológicas o encubriendo las que son dañinas. El término se acuñó2 por primera vez en la década de 1980, cuando los hoteles pedían a los huéspedes reutilizar toallas para “salvar el planeta,” un gesto que principalmente ahorraba dinero a los hoteles. Greenwashing se ha vuelto cada vez más sofisticado, con empresas encontrando nuevas maneras de proyectar una imagen “verde” sin hacer cambios significativos.
El Greenwashing puede ser muy rentable. Al presentarse como amigables con el medio ambiente, las empresas atraen a los consumidores enfocados en la sostenibilidad, mejoran su imagen de marca y, a menudo, ven un aumento en sus ganancias, todo sin invertir en mejoras ambientales reales.
Para las empresas, el greenwashing ofrece una manera económica de capitalizar la tendencia de la sostenibilidad sin tener que adoptar realmente prácticas ecológicas. Además, el greenwashing puede desviar la atención del daño que siguen causando, enmascarando prácticas que pueden ser difíciles, costosas o incluso contraproducentes de cambiar.
El greenwashing no es solo una estrategia de marketing inofensiva; es un obstáculo para el cambio real. Aquí está por qué es importante:
Desde pequeñas afirmaciones engañosas hasta campañas a gran escala, aquí algunos casos conocidos de greenwashing:
El greenwashing va más allá de los bienes de consumo. Los políticos y corporaciones a veces hacen afirmaciones vagas o exageradas sobre iniciativas ambientales, como la neutralidad de carbono o la reducción de emisiones, para ganar apoyo público. Este “greenwashing político” crea una ilusión de compromiso mientras que las políticas y operaciones permanecen en gran medida sin cambios. Esta táctica también puede influir en las regulaciones y desviar fondos públicos de soluciones climáticas genuinas hacia “arreglos” defectuosos y costosos que solo retrasan el verdadero progreso.
El sector energético se ha convertido en un punto clave para el greenwashing, ya que las empresas y los responsables políticos promueven Falsas Soluciones que a menudo perpetúan la dependencia de los combustibles fósiles. Términos como “hidrógeno verde” y “carbón limpio” se presentan como caminos innovadores hacia la sostenibilidad, pero a menudo no logran proporcionar beneficios ambientales reales.
Tomemos como ejemplo el “hidrógeno verde.” Este término se refiere al hidrógeno producido utilizando fuentes de energía renovable, como la eólica o la solar, mediante un proceso llamado electrólisis, que divide el agua en hidrógeno y oxígeno sin emisiones.
Sin embargo, la gran mayoría del hidrógeno hoy en día se produce utilizando combustibles fósiles, un método llamado reforma de metano con vapor, que genera emisiones significativas de CO₂. Las empresas lo rebautizan como “hidrógeno azul” cuando utilizan la captura de carbono (otra Falsa Solución) para compensar las emisiones, pero el proceso aún depende en gran medida de los combustibles fósiles y es costoso y energéticamente intensivo. Como resultado, muchos defensores argumentan que priorizar la electrificación renovable y el almacenamiento en lugar de la producción de hidrógeno lograría reducciones de emisiones más inmediatas y sustanciales.
El “hidrógeno verde” corre el riesgo de convertirse en una etiqueta conveniente para que la industria oculte su continua dependencia de los combustibles fósiles, desviando la atención de soluciones más directas como el uso de energía renovable de forma directa.
De manera similar, muchos años antes del “hidrógeno verde” se introdujo el término “carbón limpio”. El “carbón limpio” es otra táctica de greenwashing que afirmaba que el carbón podía hacerse amigable con el medio ambiente mediante tecnologías avanzadas. A pesar de miles de millones invertidos en proyectos de “carbón limpio”, la tecnología ha quedado repetidamente por debajo de las expectativas, con un impacto insignificante en las emisiones totales y desafíos técnicos persistentes. Las compañías de combustibles fósiles continúan defendiendo el carbón limpio para mantener la presencia del carbón en el mercado energético, pero los críticos argumentan que es simplemente una manera de retrasar la transición lejos de los combustibles fósiles.
El greenwashing en el sector energético desvía la atención de los esfuerzos genuinos para avanzar hacia fuentes limpias y renovables y obstaculiza la inversión en infraestructura sostenible. Al enfocarse en estas tecnologías “verdes” pero defectuosas, el sector energético corre el riesgo de prolongar la dependencia de los combustibles fósiles, en lugar de adoptar el poder comprobado y escalable de la energía eólica, solar y otras renovables.
Para abordar verdaderamente el cambio climático, necesitamos priorizar soluciones que sean comprobadas, escalables y realmente sostenibles, tales como:
El greenwashing es más que solo marketing engañoso; es un problema sistémico que obstruye el verdadero progreso ambiental. Al crear una ilusión de conciencia ecológica, las empresas y las industrias perpetúan prácticas dañinas y retrasan las inversiones en soluciones efectivas. Reconocer y rechazar productos, políticas y tecnologías con greenwashing puede ayudarnos a priorizar una acción climática genuina.
Como consumidores y defensores, tenemos el poder de exigir transparencia, apoyar iniciativas ambientales legítimas y oponernos a las prácticas engañosas de greenwashing. Asegurémonos de centrarnos en soluciones reales y de impacto para construir un futuro sostenible.
11/05/2024 – Este artículo ha sido escrito por el equipo de FalseSolutions.Org
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